Esta entrada la escribo entre febrero y marzo, cuando ya la primavera asoma su naricilla sonrojada, y lo hago porque es un momento mágico, cósmicamente hablando. Y eso me ayudará a expresar lo que se siente siendo una maga en el s. XXI. A veces incomprendida, muchas, a veces tolerada y la mayor parte de las veces ignorada.
Sí, ignorada, porque lamentablemente en este mundo tecnológico donde las máquinas hacen su magia y la ciencia es religión, los magos no tenemos cabida. No como en los tiempos de Arturo, o de Felipe II, o de la reina Isabel, La Virgen con su John Dee, el mayor alquimista de todos los tiempos que le ayudó a vencer a la Armada Invencible.
La Maga Moderna
La magia se la ha quedado Disney, Pixar... Hollywood...
Sin embargo, la magia existe, solo hay que ser muy observadora, muy intuitiva, trabajar con tu instinto, tomar la Vía de en Medio, la que no es de la razón ni de la pasión, es esa voz en tu interior y de repente un día despiertas y la ves. Ves cómo se obran los milagros.
Ves cómo sabes cada día leer mejor el Tarot, y aciertas, pagada por la voluntad según la Ley Gitana.
Y descubres que nada es casual, que hay un plan celestial para cada uno de nosotros, que a pesar de ello tenemos el libre albedrío, las decisiones tomadas con Vía de en Medio, las meditadas desde el AMOR a uno mismo, y a los demás serán las que guíen nuestro camino más recto a nuestro destino.
Las decisiones tomadas por el egoísmo, o por competición, nos desviarán de nuestro camino, nos hará sufrir, y por el sufrimiento nos acercaremos a la Vía de en Medio, que es la que lleva a la Verdad Suprema, y por eso se puede ver el futuro, pero a veces no aciertas, y es porque el consultante no actúa desde el Amor, para sí mismo o hacia los demás.
En esto el Universo no interviene, él solo vela por el equilibrio de la vida, como velo yo por el equilibrio de mis poderes y de mi alma y corazón, que son los que están en juego.
Ser maga es un servicio a los demás en nombre del Bien Supremo y eso a veces es duro, pero compensa. Muchísimo. Absolutamente, y no querría por nada del mundo ser otra cosa, yo no lo elegí. Él me eligió a mí y me enseñó un Amor Infinito por la Humanidad.
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