El Poder del Entusiasmo, una conexión divina
Todos sabemos lo que es el entusiasmo, lo hemos sentido nosotros mismos en algún momento de nuestras vidas y lo sabemos reconocer en otras personas. Una persona entusiasta es aquella que posee una energía especial respecto a una cuestión concreta o respecto a la vida en general.
La RAE define entusiasmo de la siguiente manera:
La RAE define entusiasmo de la siguiente manera:
entusiasmo
Del lat. mod. enthusiasmus, y este del gr. ἐνθουσιασμός enthousiasmós; propiamente 'inspiración o posesión divina'.
1. m. Exaltación y fogosidad del ánimo, excitado por algo que lo admire o cautive.
2. m. Adhesión fervorosa que mueve a favorecer una causa o empeño.
3. m. Furor o arrobamiento de las sibilas al dar sus oráculos.
4. m. Inspiración divina de los poetas antiguos y de los profetas.
El entusiasmo se consideraba en la antigüedad un fervor divino interior, de ahí "entheos" que significa que lleva un dios dentro, y se les atribuía a las sibilas al dar su oráculo, a poetas y profetas.
Poco queda ya de su significado ancestral en el lenguaje de hoy en día. A decir verdad el entusiasmo se ha visto bastante relegado en el mundo moderno, y a decir verdad también lo han sido las personas entusiastas. En realidad alguien entusiasmado con una idea, con un proyecto o con la vida en general, no sabe muy bien de dónde le viene toda esa energía para cumplir con su propósito o para conseguir un objetivo. Y lo dice alguien a quien casi siempre le reprochan el "ser demasiado entusiasta", es por esa razón que me he lanzado a escribir esta entrada; para reivindicar el valor del entusiasmo.
El entusiasmo es, en definitiva, inspiración divina. Es lo que llevó a Mozart a componer y a Leonardo a inventar.
A lo largo de los siglos, durante toda la Historia de la Humanidad, siempre ha habido personas con una energía interior, con una fuerza de ánimo que les hacía ver las posibilidades y potencialidades de cada situación. Esta energía interior les llevaba a escribir, componer, pintar, construir, esculpir, descubrir e investigar más allá de lo que otros de sus congéneres hubieran podido imaginar.
El entusiasmo es, en definitiva, inspiración divina. Es lo que llevó a Mozart a componer y a Leonardo a inventar. Es esa motivación interior y personal que nos lleva a admirar y descubrir el mundo en toda su belleza, desde lo más cotidiano a lo más extraordinario. Es mirar lo que nos rodea y darnos cuenta de que no sabemos nada y que lo queremos saber todo. Es el fervor de los poetas y el arrebato de los pintores. Es la pesadilla del científico en busca de una cura y el sueño del escritor por publicar su novela. Nada tiene que ver con el dinero, ni es esa su principal motivación.
El entusiasmo ni se compra ni se vende. Tampoco es fácil desarrollarlo si no lo tenemos dentro, lamentablemente. Sin embargo, siempre podemos hacer algo si de verdad queremos experimentar esa inspiración divina que nos permitirá ver el mundo y su magia, y poder vivirlo a diario.
El diccionario define entusiasmo como exaltación del ánimo, y es ahí donde radica el primer problema, en la sociedad de lo políticamente correcto nadie quiere "exaltados" y menos "ánimos exaltados". Todo se ha vuelto vacuo, mediano, contenido. Solo unos pocos se atreven a vivir su entusiasmo sin importar lo que piensen los demás. Pueden ser tachados, de locos, de genios, pueden ser menospreciados por no adaptarse al mundo. A un mundo que solo ve el valor en las monedas, y claro, para alguien entusiasmado, la verdad sea dicha, el dinero poco le importa. Su meta, su energía, su exaltación interior va más allá. Puede que, precisamente por necesitar de sustento, esa llama se avive y el entusiasmo crezca en el interior de una persona, pero no será "solo" por dinero, será siempre por "algo más". Ya sea alcanzar la gloria en el deporte, o haciendo un arreglo floral para el salón, el entusiasmo se puede plasmar en cada ámbito de la vida.
Cuando estamos entusiasmados vemos la vida con otros ojos somos capaces de redescubrirla y admirarla como con los ojos de un niño al que todo maravilla. Parece que anida en nuestra alma toda una energía creadora, la misma que hizo las estrellas y condensó la lluvia. El entusiasmo se puede sentir en forma de arrebato, de maravilla, expresada en forma de arte o de ciencia.
Todos tenemos la capacidad de entusiasmarnos, de conseguir esa inspiración divina, esa llama de contento que ilumina en la noche más oscura. Solo tenemos que abrirle la puerta y dejarlo salir, para que nos maraville con su visión del mundo.
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